viernes, 23 de mayo de 2008

20 clásicos para el 2020


El otro día varios amigos hablábamos de nuestras películas favoritas de toda la vida. Pasamos un buen rato recordando esas pelis que cada uno conservamos en nuestra retina y que nos parecen imprescindibles. De ahí salió la idea de hacer una lista de las pelis favoritas. (Luego me explicaron que en Internet a esto de hacer listas de cosas favoritas ahora se le llama meme) En nuestra animada tertulia, alguien propuso que no contáramos a las que ya se consideran grandes clásicos (tales como Ciudano Kane, El acorazado Potemkin o El séptimo sello). Y cada uno empezó a decir las pelis producidas en los últimos 20 años que más le han marcado. Salieron muchos títulos y en seguida el debate se centró en cuáles serían las mejores y dónde poner el corte. Alguien propuso considerar qué películas recientes serían consideradas clásicas en el 2020. Claro que quizá antes tendríamos que ponernos de acuerdo sobre qué consideramos un clásico. Te ofrezco mi definición: una obra que asombre y conmueva más allá de su propio tiempo.
Y, en fin, así surge esta idea que te propongo: elabora tu lista (llámala meme, si te sientes más a gusto) de los veinte mejores filmes producidos entre 1988 y 2008, que dentro de 12 años seguirán estando entre los grandes. Lo hemos llamado "20 clásicos para el 2020". Ahí van los míos, pero no me tomes muy en serio porque no soy
cinéfila experta ni nada por el estilo:

Bailando con lobos. Kevin Costner. 1991

Camino a la perdición. Sam Mendes. 2002.

Ciudad de Dios. Fernando Meirelles. 2002.

Crash. Paul Haggis. 2006.

El Sexto sentido. M. Night Shyamalan. 2000.

El Show de Truman. Peter Weir. 1999.

El silencio de los corderos. Jonathan Demme. 1991.

Fargo. Hermanos Coen. 1996

León el profesional. Jean Lucc Besson. 1994.

Magnolia. Paul Thomas Anderson. 2000.

Matrix. Hermanos Wachowsky. 1999.

Mystic River. Clint Eastwood. 2003

Promesas del Este. David Cronenberg. 2007.

Rojo. Kristof Kiewslowski.1995

Señor de los Anillos, El. Peter Jackson, 2001.

Seven. David Fincher. 1997.

Shine. Scott Hicks. 1997.

Solas. Benito Zambrano. 1999.

Sospechosos habituales. Bryan Singer. 1996.

Terminator 2. El día del juicio final. James Cameron, 1991.


sábado, 17 de mayo de 2008

Contra la todopoderosa SGAE: nace la EXGAE

Ha nacido una nueva entidad, la EXGAE, con la voluntad de canalizar la justificada hostilidad hacia la SGAE, dotarla de herramientas artísticas, legales y apostar por el fin del canon.
La EXGAE fomenta, juntamente con la gran mayoría de la sociedad civil, otras formas de circulación de la cultura. Esta iniciativa, que agrupa a 24 asociaciones, asesora a comercios, creadores, artistas y productores, para que no caigan en las redes de las Sociedades de Autores.
Pretende cambiar los hábitos y las normas para un uso más justo de los recursos digitales.
Se trata de dos filosofías completamente opuestas: del Copyright al Copyleft, pasando por la difusión libre por Internet a los aranceles virtuales en forma de impuestos. En definitiva, son dos modelos antagónicos, dos formas de entender un mismo fin: la defensa y difusión de la cultura. "Desde las entidades de gestión juegan con el concepto de que el modelo está caduco, cuando la cultura libre también genera beneficios", asegura José, uno de los activistas de EXGAE, quien cree que el único modelo marchito es el de las entidades gestoras "que tienen interés en establecer tasas para seguir prevaleciendo". El modelo que defiende EXGAE diferencia perfectamente al artista y al intermediario. Para esta asesoría el creador intelectual puede vivir de su trabajo sin necesidad de contar con una entidad de gestión. Por lo que creen que los miedos a la extinción de la cultura provienen de estas entidades que cada vez tienen más difícil sobrevivir, en buena medida por la expansión de las nuevas tecnologías que hacen al artista independiente.
A quiénes puede ser útil: a los que pagan el canon, a artistas, productores, a socios de la SGAE, a enemigos de la SGAE, bares, pub, salas, escuelas de baile, gimnasios, parvularios, autocares, establecimientos de informática y pequeños electrodomésticos que vendan soportes digitales, asociaciones de carácter cultural, deportivo, recreativos, hogares de pensionistas, a personas que quieran celebrar fiestas de fin de año, fiestas populares, bodas, banquetes, bautizos, comuniones, actos sociales, mítines, actos políticos, eventos deportivos, eventos gratuitos o benéficos en lo que se utilice música (sea en vivo o enlatada), vídeos o un simple televisor.
¡Tiembla, Teddy Bautista!

sábado, 10 de mayo de 2008

La hora de las estatuas

Al recorrer Barcelona estos días, descubres un impresionante maremágnum de artistas callejeros que dejan su huella inmóvil a cambio de unas monedas. La sorpresa crece de continuo, conforme compruebas la improvisada genialidad de estas estatuas de carne y alma.


domingo, 4 de mayo de 2008

Un síndrome muy recomendable

Un síndrome (del griego syndromé, concurso) es un cuadro clínico o conjunto sintomático con cierto significado y que por sus características posee cierta identidad; es decir, un grupo significativo de síntomas y signos que caracterizan un estado morboso determinado. El síndrome que nos ocupa es un libro integrado por once relatos escritos por el escritor almeriense Miguel Ángel Muñoz (no confundir con su tocayo, el bailarín de UPA Dance). Conocer a su autor es relativamente fácil, a través de uno de los mejores blogs sobre el mundo del relato. Y si quieres saber algo más acerca de la génesis del libro, no te pierdas esta jugosa entrevista a su autor, realizada por Diego Zúñiga. La enfermedad relacionada con el Síndrome Chejov deviene en el apego a las buenas historias, un exquisito cuidado de los detalles, una singular capacidad para fabular a partir de lo cotidiano y un poderoso dominio de la escritura. Es decir, se trata de un síndrome altamente recomendable, que ya quisieran para sí muchos de los escritorzuelos que pueblan las listas de bestsellers forjadas a golpe de maquinaria propagandística.
En sus once relatos, Miguel Ángel Muñoz combina diferentes estilos y temas. Encontramos historias de ambulancias y zonas de peajes que emocionan; guiños a la ironía en El rapto de Woody Allen, una historia divertida y cruel, narrada con un punto de desapasionamiento; y relatos como Unidos, que desvela la relación de una pareja que no parece comprenderse tan bien como aparenta. Se descubren ecos de la admiración que el autor profesa a Julio Cortázar, John Cheever y Raymond Carver. Junto con estas influencias, se aprecia el excelente oficio de Miguel Ángel Muñoz, con una singular voz propia en la contundencia de las tramas y personajes. Y todo comienza con un prólogo muy atractivo, donde este joven escritor desvela la esencia de su narrativa, al tiempo que realiza un apasionado alegato en defensa del cuento.