lunes, 7 de abril de 2008

Se apaga una antorcha teñida de sangre

Hace unos días, durante la ceremonia de encendido de la llama en la ciudad donde nacieron las olimpiadas de la antigüedad (776 años antes de Cristo), tres miembros de Reporteros Sin Fronteras (RSF) perturbaron el discurso del responsable chino del Comité Organizador de los Juegos, Liu Qi. Uno de ellos desplegó una banderola con el lema "Boicot al país que pisotea los derechos humanos" y otro gritó: "Libertad, Libertad" detrás de la tribuna oficial. La policía detuvo rápidamente al grupo y la televisión oficial griega pasó a enfocar otra imagen. "Si el fuego olímpico es sagrado, los derechos humanos lo son aún más", replicó desde París la organización RSF, cuyo presidente Robert Menard figuraba entre los manifestantes de Olimpia.


La antorcha que hoy hemos visto apagarse en las calles de París, gracias al activismo de cientos de jóvenes y de Reporteros Sin Fronteras, está teñida de sangre. De la sangre de las incontables víctimas del gobierno chino, que lleva décadas masacrando a los disidentes. Dudo mucho que gestos como éste, del asalto a la antorcha, ni el anunciado boicoteo de los Juegos Olímpicos hagan recapacitar a los digirentes chinos. Pero a los ciudadanos demócratas y defensores de la libertad solo nos queda, por lo menos, el derecho al pataleo ante el circo de la llama olímpica china. Y en estos tiempos de hipersaturación mediática, la imagen de los jóvenes arrastrados por las fuerzas de seguridad, para decirle al mundo que no comulgan con la sangrienta represión de las autoridades chinas, se gana mi admiración.

No hay comentarios: